WONDER WOMAN: EL ATAQUE DE LAS AMAZONAS 1, de Jodi Picoult, Drew Johnson et. al.

Wonder Woman El ataque de las amazonas 1Corresponde a Wonder Woman 5-8 (mayo-junio de 2007) de la edición norteamericana.

Después del tomo que recopilaba el relanzamiento, tras Crisis Infinita, de las aventuras de la amazona (Wonder Woman: Un año después), nos llega ahora la continuación a través de una serie que constará de 4 tomos con la saga titulada El ataque de las amazonas.

Antes de entrar en materia, hay que hacer referencia a la situación atípica en la que se encontró la serie justo después de su número 4 norteamericano. El guionista que teóricamente se encargaba del título, Allan Heinberg, se encontraba al parecer demasiado ocupado como para entregar los guiones, con lo que los retrasos se fueron sucediendo, quedándose definitivamente bloqueada en su cuarto número, con el primer arco argumental a falta de conclusión. Así, llegó un quinto número en forma de fill-in a cargo de Will Pfeifer, Geraldo Borjes y Jean Díaz -el primer episodio del tomo que nos ocupa-, y a continuación tomó el relevo en los guiones la novelista Jodi Picoult. El arco argumental de Heinberg se completó, finalmente, en un número especial que pudimos ver aquí en el tomo citado anteriormente.

La situación con la que se encontró Picoult fue, ya desde su inicio, algo atípica. Además de que era su primera incursión, que sepamos, en el comic-book, debía continuar una historia que había quedado truncada, con cambio de dibujante incluído -del hot artist Terry Dodson al no-tan-hot Drew Johnson-. Para colmo, muy pronto su historia se vio envuelta en uno de esos terribles crossovers que tan de moda parecen haberse puesto últimamente en el cómic yanki. Y para acabarlo de rematar, la premisa de tal crossover es una de las más absurdas que hemos podido conocer en los últimos tiempos: las amazonas, teóricamente las guardianas de valores como paz, amor y concordia, deciden atacar los Estados Unidos de América...

El primer episodio del tomo es, como ya se ha mencionado, un número de relleno a cargo de Pfeifer y los ilustres desconocidos Geraldo Borjes y Jean Díaz. Ahora bien, Pfeifer es un competente profesional -lo ha demostrado con creces en lo que hemos podido ver hasta ahora de su etapa en Catwoman, por ejemplo-, y la historia aprovecha para tratar un tema peliagudo como es el de la violencia ejercida sobre las mujeres por sus parejas, lo que aquí llaman ahora los medios de comunicación "violencia machista" (antes conocida como "violencia de género" o "violencia doméstica"). Es un número más que correcto, en el que se demuestra la influencia del arquetipo que representa Wonder Woman sobre el tratamiento de la violencia en general y la ejercida sobre las mujeres en particular. Es una historia edificante, de claro trasfondo feminista y, pese a que el contexto no permite excesivas profundidades, tanto el tratamiento de la temática como la historia en sí resultan bastante dignas. El dibujo no es excesivamente memorable, pero mantiene igualmente un tono correcto.

Entre el número 6 y el 8 comienza la etapa de la citada Picoult, con Drew Johnson en los números 6 y 7 y el regreso de Terry y Rachel Dodson en el octavo. La guionista parte de las bases heredadas de la etapa Heinberg, con Diana en su nuevo rol de agente de agencia gubernamental encargada del control de metahumanos, adoptando una doble identidad y un traje blanco que homenajea la clásica etapa setentera en la que Diana perdió sus poderes y aprendió artes marciales con el maestro I-Ching. Además, aparece como compañero de la amazona Némesis, un agente secreto con el poder de adoptar cualquier identidad.

La trama se centra en dos ejes principales, que se revelarán finalmente encadenados. Por una parte, la agente especial Diana Prince y su compañero Némesis reciben el encargo de encontrar a Wonder Woman para interrogarla acerca del asesinato de Maxwell Lord -hecho que ocurrió en las previas a Crisis Infinita, todavía durante la etapa de Greg Rucka, en una historia que comentamos aquí-. Y por otra parte la hechicera Circe, archinémesis de Wonder Woman, hace su aparición y traza un plan de consecuencias potencialmente temibles para la amazona y su entorno... y que desembocará en la citada guerra de las amazonas contra los Estados Unidos y sus protectores metahumanos.

Picoult demuestra una habilidad muy apreciable para no haber escrito nunca un tebeo, e introduce algunos elementos de interés en la historia. Para comenzar, hay un juego de amor-odio a lo Luz de luna entre Diana y Némesis, cargado de momentos humorísticos y con la clásica tensión sexual irresuelta que hace la lectura bastante divertida. Además, Diana vuelve a ser un personaje algo ingenuo y hasta patoso, en tanto su nueva vida como humana "de a pie" la obliga a enfrentarse con toda una serie de situaciones prácticas cuya falta de experiencia en esos menesteres le pone constantemente en apuros. Por supuesto, esto no termina de casar bien con la continuidad del personaje, a la que hemos visto en etapas como la de Phil Jiménez desenvolviéndose con soltura en ese tipo de situaciones, pero dado que hubo algo así como un "reset" tras Crisis Infinita, podemos dar por válida la premisa.

Por otro lado, Diana reconoce explícitamente por fin que matar a Maxwell Lord fue un error, con lo que una de las máximas de mayor importancia asociadas al personaje, el respeto por la vida humana frente a cualquier opción, regresa por fin a quien jamás hubo de abandonarla. Y es que si los superhéroes matan a sus enemigos, ¿qué los diferencia entonces de un simple vigilante enmascarado, de un policía o, incluso, de un mero asesino? Apelar al "realismo" para justificar los crímenes llevados a cabo por "superhéroes" es una falacia: ¿acaso es "realista" que una mujer pueda desviar balas con unos brazaletes de plata? Además, como le dijo Batman a Wonder Woman a cuento del asesinato de Max Lord, apelando ésta a que no tuvo opción, para personas como ellos siempre hay una opción -y así ha quedado demostrado a lo largo de las décadas-. Eso es lo que los hace ser superhéroes, y no otra cosa.

Concluyendo, un tomo de lectura más que satisfactoria, muy entretenido, con un nivel de coherencia aceptable, cargado de momentos humorísticos, con personajes bien tratados e interesantes, bien dialogado y con una historia adictiva y que mantiene el interés en todo momento. Tampoco es que vaya a pasar a la historia, pero se agradece que, al menos, alguien pueda contar las andanzas de un personaje como Diana de forma, cuanto menos, digna. Veremos qué futuro nos depara con otra mujer en el título, la sucesora de Picoult, Gail Simone...

Will Pfeifer, Jodi Picoult (guión), Geraldo Borjes, Jean Díaz, Drew Johnson, Terry Dodson (dibujo), Wonder Woman: El ataque de las amazonas 1 (de 4). Barcelona: Planeta de Agostini 2008. 96 pp. 8,95 euros.

SUPERMAN / WONDER WOMAN: SACRIFICIO.

Superman Wonder Woman Sacrificio
Tomo que contiene los siguientes números USA: Superman 218 y 219, Action Comics 829, Adventures of Superman 642, Wonder Woman 219 y 220, Adventures of Superman 643 y Superman 220. La saga "Sacrificio" propiamente dicha ocupa cuatro capítulos, siguiendo el orden mencionado, entre Superman 218 y Wonder Woman 219.

Se trata, como se indica en la portada, de una de las historias previas a uno de los megaeventos que más ha dado que hablar estos últimos tiempos en DC, Crisis Infinita. Concretamente, incluye el crossover entre las diferentes series del Hombre de Acero y la de Wonder Woman -la historia que da título al tomo-, además de una historia previa que prepara los acontecimientos y de tres historietas posteriores que exploran algunas consecuencias de lo ocurrido. Para complicar un poco más el conjunto, los acontecimientos van más o menos en paralelo a otras historias, especialmente El proyecto OMAC, y el final de la historia está claramente truncado; continúa, como no podía ser de otro modo, en Crisis Infinita y en las series regulares de los personajes implicados (además de a Clark y Diana, lo que ocurre también afecta en cierto modo a Batman y, muy especialmente, a la JLA).

Este tomo contiene, como se ha indicado, dos números de la serie regular de la amazona... que Planeta se saltó de la serie regular en grapa que estaba editándose en aquel momento. Ya se ha discutido bastante por la blogosfera sobre la molestia que causan ciertas decisiones editoriales, y desde luego no es lo mismo gastar 3,5 euros para leer dos números de una serie regular que se está editando desde hace más de un año, que desembolsar 12,95 y tener que colocar un tomo con una cabecera ajena entre las grapas de la misma. Podría haber sido todavía peor, y haber incluido el 220 USA en este recopilatorio y el 219 en el del Proyecto OMAC, tal y como se anunciaban los contenidos en la web de Planeta. No era la primera vez que ocurría algo parecido y tres números se saltó la editorial en su edición de la excelentísima etapa de la Catwoman de Ed Brubaker... incluyéndolos en los tomos de Juegos de guerra de Batman. Un gasto a todas luces ridículo si sólo te interesan, como es mi caso, tres episodios... En el caso de Wonder Woman, lo que ocurre en los dos episodios que contiene este Sacrificio es, probablemente, lo más importante desde que comenzara la etapa de Greg Rucka, con lo que la compra del volumen era prácticamente obligada para las que, como yo, somos fans incondicionales de la amazona.

La saga peca, en mi opinión, de algo típico en un crossover de estas características: demasiados autores, demasiada sujeción al hilo de los acontecimientos. La historia me parece en conjunto algo mediocre, con momentos algo más destacables -la lucha de Superman y Wonder Woman, por ejemplo- y otros innecesarios que sólo sirven para alargar la historia. Lo fundamental, la decisión que toma Diana en un momento crucial, es hasta cierto punto coherente con el personaje y las circunstancias... lo que ocurre, y esto se nota perfectamente en el 220 USA de la serie de la amazona, es que Rucka parece haber hecho un gran esfuerzo por conseguir que Diana resulte un personaje francamente antipático, y lo que termina haciendo y, sobre todo, sus posteriores reacciones me parecen entre lamentables e insufribles. Si yo que, como decía, soy una incondicional, apenas puedo tragar con lo ocurrido, ¿qué opinarán de Diana aquellos que no sientan una especial estima por el personaje?

Un tema aparte es el "realismo" que parece haberse puesto de moda en el Universo DC después de Crisis de Identidad. Las ambigüedades morales de los antaño superhéroes, la violencia que ahora sí causa víctimas -un órdago en las Crisis Infinitas, tebeo no apto para estómagos sensibles-, el malrollismo y la "oscuridad" campan a sus anchas, afectando incluso a personajes como los del tebeo que comentaba que, por su condición icónica y su larga tradición, casi siempre se habían salvado de esta tendencia. No es exactamente igual que en los noventa, en eso estoy de acuerdo con los que están encantados con este cambio de rumbo, pero confieso igualmente que ver a Superboy o al Superman original metidos en la trama de muerte y destrucción de Crisis Infinita, las muertes de personajes, violaciones, lavados de cerebro y demás que han sido la tónica desde la mencionada Crisis de identidad me supera.

De todos modos, la saga de este tomo no deja de resultarme entretenida, algo irregular, como decía, pero con momentos interesantes y, en general, de lectura aceptable. El baile de dibujantes, sin embargo, no ayuda a darle coherencia al conjunto, aunque hay que reconocerle el mérito a los guionistas -y editores- de haber realizado una buena coordinación, y todas las piezas de la historia, si otra cosa no, encajan.

En resumen, un tebeo que probablemente no pase a la historia de la excelencia superheroica, pero mínimamente digerible sí que me ha parecido. Eso sí, mi amazona predilecta sigue sin tener excesiva suerte a la hora de encontrar a alguien que cuente sus historias de forma memorable. No consuela ver que Superman tampoco tiene demasiada suerte en esto, al menos en los números de este tomo. Con todo, una historia que marca un punto de inflexión en el personaje, polémica incluída, y cuyas consecuencias han traído cola en el devenir subsiguiente de Diana Prince. Suerte que el mito está por encima de los autores que lo escriben, y que sobrevivirá a este penoso intento de convertirla en una asesina a sangre fría que antepone el fin a los medios...

SUPERMAN VS WONDER WOMAN, de Gerry Conway y José Luis García López

All New Collectors Edition Vol. 7 - 00 - FC-1

Si en esta entrada hablaba sobre uno de los últimos enfrentamientos entre dos de los superhéroes más importantes de la historia del medio, en ésta me referiré al que debe ser, sin duda, uno de los más memorables. Se trata del especial en formato gigante y 72 páginas ALL NEW COLLECTORS' EDITION VOL.7 C-54, de 1978, escrito por Gerry Conway, dibujado por José Luis García López y entintado por Dan Adkins.

Nos encontramos ante un cómic realmente especial, situado en la Segunda Guerra Mundial y escrito siguiendo la estructura más o menos clásica de este tipo de crossovers "estilo Marvel"; sin duda, algún editor de DC había calado el éxito de su competencia y quería traer algo de ese "toque" a sus propios tebeos. Sea como fuere, vemos cómo Superman y Wonder Woman, en principio cada uno por su lado, se van implicando dentro de una trama muy de la época, con espías, villanos superpoderosos y... artefactos nucleares. Diana descubre, nada menos, la existencia del proyecto Manhattan y, siguiendo sus convicciones, trata de destruir el programa nuclear norteamericano antes de que pueda dar lugar a la bomba atómica. Ésta será la causa de su enfrentamiento con Superman, lucha que será detenida para hacer frente a una amenaza más urgente: dos supervillanos, un nazi y un samurai japonés, que tratan de hacerse con un artefacto nuclear.

Más allá de la anécdota argumental del tebeo, resulta llamativa la posición de ambos héroes ante el dilema que la presencia del proyecto de armas nucleares les presenta. Diana adopta una postura de "pacifismo combativo", si me permiten el oxímoron, mientras que a Superman le toca representar el papel conservador, cediendo su confianza -y responsabilidad- al poder político norteamericano. El final del tebeo no deja de ser algo desolador, no tanto por lo que ocurre sino por lo que sabemos que, históricamente, ocurrió con posterioridad.

Dejando de lado dilemas morales y pseudofilosóficos, lo que realmente convierte a este tebeo en una auténtica maravilla es el dibujo de un José Luis García López simplemente inconmensurable, titánico. El tebeo tiene escenas francamente espectaculares, narradas con un despliegue de recursos y una claridad narrativa que cuesta encontrar en otros artistas. Como muestra, un botón: observen atentamente la siguiente escena a doble página.


All New Collectors Edition Vol. 7 - 39 & 40-1

¿Qué me dicen? Una composición de página, en mi humilde opinión, francamente lograda; no es fácil conseguir que la vista se desplace de una manera tan fluida por las viñetas con un efecto tan increíblemente dinámico, pero es lo que tiene García López: compone con una naturalidad impresionante, sin efectismos vanos, con recursos "invisibles" y dejando que la historia se cuente simplemente con las imágenes; lo fácil que parece y lo difícil que esto resulta, como sabrán todos los que alguna vez lo hayan intentado. ¿Textos de apoyo? De moda en la época, había que hacer que el tebeo durara, pero nunca más innecesarios. ¿Perspectivas forzadas? No: variadas, ingeniosas, difíciles, cambiantes, pero nunca rechinantes, siempre con la "cámara" colocada en el lugar preciso para que la imagen sea espectacular pero, sobre todo, para que veamos todo lo que es necesario ver para entender lo que ocurre. ¿Composiciones de páginas uniformes o descolocantes? Ni lo uno ni lo otro: variedad de esquemas inagotable y arriegada, pero siempre dando en el clavo; no importa cuál sea el orden de lectura de las viñetas, ni si desaparecen los bordes de las mismas y los elementos llegan a mezclarse: la lectura siempre es coherente y relajada, siempre sabemos hacia donde mirar y los elementos relevantes consiguen destacarse. Vaya, podría seguir así un buen rato, pero creo que ya se habrán hecho una idea. No me extraña que tantos profesionales del medio profesen su admiración por este increíble artista.

Para terminar: un tebeo que debe ser una pequeña joya para los fans del tebeo de superhéroes clásico, escrito con oficio por Conway, siguiendo convenciones del género que han llegado a ser arquetípicas, y dibujado con maestría por el gran José Luis García López. Será difícil encontrarle un hueco en algún plan editorial en nuestro país, pero soñar es gratis... y cosas más improbables hemos visto ya, así que no perdamos la esperanza.

WONDER WOMAN: THE GREATEST STORIES EVER TOLD, de varios autores

Wonder Woman Alex Ross

DC Comics publicó en abril de 2007 este recopilatorio de historietas de la Asombrosa Amazona, seleccionando diversos episodios a lo largo de la dilatada historia del personaje. Lo primero que habría que decir es que hacer justicia al pomposo título del tomo (”Las mejores historias jamás contadas”) es prácticamente imposible, y no ya sólo por lo subjetivo que la elección de los mejores tebeos de un personaje con más de sesenta años de historia a sus espaldas necesariamente debería ser. Dado que se pretenden abarcar no sólo episodios sino etapas representativas, no queda más remedio que limitarse a números autoconclusivos, con lo que las sagas de varios números quedan automáticamente excluidas de la representación. En fin, echemos un vistazo a las historias recopiladas una a una y pensemos después si, a pesar de todo, se ha conseguido acercarse a lo que el título pretendería.

-Antes de entrar en materia, un par de notas. Primero, la portada y contraportada del tomo me parecen francamente horrendas y una auténtica chapuza: ambas utilizan una ilustración de Alex Ross que fue la ¡contraportada! del especial Wonder Woman: El espíritu de la verdad (y todavía aparece una tercera vez, en la primera página de interiores). Aparte de que en DC podrían haber tenido el detalle, ya que es material reeditado, de hacer al menos una cubierta ex profeso, puestos a reciclar ¿qué tal una de las excelentes ilustraciones que han realizado sobre la amazona autores como Brian Bolland, George Perez, Phil Jiménez, José Luis García López o Adam Hughes, por decir algunos? Es que ésta es fea de narices… WW parece excesivamente mayor, fondona y hombruna. Desde luego, Ross tiene trabajos mucho mejores que éste.

Por otro lado, el tomo contiene un único “extra” que no está nada mal para nostálgicos y fans de la amazona: una introducción de nada menos que la mítica Linda Carter, la guapísima actriz que protagonizó la serie de televisión de Wonder Woman allá por los setenta. No es que diga nada revolucionario, pero es un detalle.

-Ahora sí, vamos con el contenido. Lo primero con lo que nos encontramos supone una nueva pequeña decepción: el origen de la amazona -lógico- contado en ¡dos páginas!, sacado nuevamente del mismo lugar que la portada, el especial de Paul Dini y Alex Ross Wonder Woman: Spirit of Truth (2001). Es bonito, vale, pero… ¿no hubiera sido más apropiado colocar el origen clásico del personaje, en su primera aparición? O, ya puestos, ¿qué tal el nuevo origen de George Perez en Wonder Woman vol. 2 nº 1, tebeo deslumbrante donde los haya? ¿O la revisión hecha por Adam Hughes en 52? En fin…

-Seguimos con dos números a cargo, como no podía ser de otro modo, de su creador y su primer artista, el psiquiatra William Moulton Marston y el dibujante H. G. Peter, respectivamente. Se trata de dos historietas aparecidas originalmente en Sensation Comics 1 (enero 1942) y Wonder Woman 28 (marzo/abril 1948). La primera es una de sus primeras apariciones, cuando todavía llevaba falda, y es tan sencillita como encantadora, si uno ama realmente al personaje y/o es capaz de emocionarse con este tipo de artefactos pop. La segunda tiene como aliciente la aparición de muchos personajes asociados al mito: Steve Trevor, la reina Hipólita y las amazonas, las Holliday Girls y las villanas de Villainy Inc. La trama no deja de tener su qué, especialmente atendiendo a ciertas metalecturas (la pasión por el bondage de Moulton Marston está bien justificada en estas historias, por ejemplo). El dibujo es bastante simplón y de estilo… anticuado. De esos que basta un vistazo para saber que pertenece a otra época. Luego va con gustos, como siempre.

-A continuación, tres historietas a cargo de un equipo creativo que estuvo unos cuantos años a cargo de la amazona: Robert Kanigher y Ross Andru. Corresponden a los números 99 (julio 1958), 108 (agosto 1959) y 163 (julio 1966). Hay un par de cosas que me han llamado la atención en estas historias. La primera es cierto cambio de registro, en el que Wonder Woman asume una posición mucho más dependiente y subordinada respecto a Steve Trevor, aparte de que las historias aumentan el registro de absurdos por página sin límite alguno; quien conozca la Silver Age de DC ya sabe de qué hablo (y si no, debería visitar este blog). A mí personalmente este tipo de marcianadas me chifla, pero entiendo que a más de uno le superen.

En segundo lugar, el dibujo de Andru sufre una… involución, por así decir. Vamos, que, en mi modesta opinión, va de aceptable, incluso interesante, a simplemente horrendo. En efecto, en la primera historieta dibuja con un trazo sencillo, anguloso, bastante clásico y hasta elegante, y los personajes lucen cierto atractivo. La segunda conserva la sencillez de trazo, pero algo ocurre… Sólo hay que mirar cómo dibuja a Diana, que parece pedir urgentemente un peluquero -y eso sólo para comenzar-. En la tercera entramos ya en la apoteosis: el dibujo -cómo no- sigue siendo sencillo, pero pierde angulosidad, el trazo se redondea y se… cartooniza, se hace más infantiloide y anticuado. Wondy parece ahora una de esas señoras algo maduritas y pasadas de kilos que posaban como pin-ups en la década de los cuarenta (y estábamos ya en 1966, ya saben, Twiggy y tal; un diez para las lumbreras de editores de DC de la época). Quizá ya lo hayan adivinado: estamos ante un -penoso- intento de revival de la Golden Age, con Andru imitando como buenamente podía a H. G. Peter, tal y como se nos aclara al final de la historieta. Que, aparte de como espanto visual y argumental, uno no entiende qué pinta en esta recopilación.

-Pasamos al siguiente tebeo, el Wonder Woman 178, de septiembre/octubre de 1968. Se trata de una entretenida historia a cargo de Denny O´Neil y Mike Sekowsky (el dibujante de la primera etapa de la JLA), donde Diana inicia el cambio que la llevará a abandonar su tradicional uniforme, dejar sus poderes por el camino y entrar en una etapa en la que el personaje se convirtió en una especie de Emma Peel (la de la serie de TV “Los Vengadores”) con pasado amazónico y experta en artes marciales. La trama tiene detalles de juzgado de guardia, pero los detalles machistas y el modo de entender la cultura hippie-pop por parte del guionista tienen su gracia (y su valor como carnaza de adeptas y adeptos a los Cultural Studies). El dibujo de Sekowsky es simplón -en esta época y en este contexto pocos se escapan-, pero mejor que lo visto en los dos números anteriores. No era muy difícil.

-Y llegamos a los setenta con el Wonder Woman 214, de septiembre/octubre de 1974, obra de Elliot S. Maggin dándole al idem y de Curt Swan -el clásico dibujante de Superman- a los lápices y Phil Zupa a las tintas. Otra historia meramente entretenida, con una trama tan forzada y absurda como parece que debían ser por decreto ley hasta tiempos no muy lejanos -la tradición no se ha perdido del todo, en realidad-, pero precisamente por eso con su gracia y su salero. Tenemos a Green Lantern contando la historia desde su punto de vista, y atendiendo como convidado de piedra a los acontecimientos. Y el dibujo, pues, ¿qué aficionado no ha visto nunca un Superman dibujado por Swan? Pues ya saben: un dibujo algo sosillo, pero eficaz. La historia tampoco pide a gritos un Brian Bolland, vamos.

-Y de aquí a los ochenta, como el que no quiere la cosa, y de nuevo tenemos al incombustible Kanigher guionizando el Wonder Woman 286 (diciembre 1981), con un tal Jose Delbo dibujando, o algo parecido, y Dave Hunt entintando. Se trata de una historia bastante ñoña, de las que podrían resultar emotivas a algunas niñas de la época, pero que a l@s frikill@s que somos l@s únicos que quedamos para leer estas cosas lo único que consiguen es recordarnos que tenemos que hacérnoslo mirar. Del dibujo mejor no digo nada.

-Y, por fin, llegamos a la etapa post-Crisis, concretamente a la gloriosa era que tuvo como protagonista absoluto al gran George Perez. Yo sólo tenía los cinco o seis primeros números que sacó Zinco en su día, y anda que no he puesto velitas a mis patronas para que alguien se decidiera por fin a reeditar la etapa… Y finalmente, así ha sido. Pero a lo que iba: el número en sí está bastante bien, y Perez trata de evocar un ambiente de novela negra que no sé si le termina de pegar a la serie, pero curiosamente la cosa no va del todo mal. Sólo fallan un par de cosas: primero, el protagonismo de Diana es bastante relativo, por no decir que, en realidad, aquí hace de secundaria de lujo (y se supone que son sus mejores historias, no las de un tal inspector Indelicato). Y segundo, que el entintado de Bob McCleod (ante lo que supongo que debían ser unos lápices no muy acabados) no hace justicia en absoluto al estilo de Perez, que está aquí prácticamente irreconocible. Por cierto, el número es el Wonder Woman vol. 2 nº 20, de 1988.

-Y llegamos al final del tomo, a la que, con permiso del creador del personaje y del gran Perez, me parece la mejor historia incluida en aquel. Se trata del episodio correspondiente a Wonder Woman vol. 2 nº 170, de julio de 2001, en la etapa de Phil Jiménez, que argumenta y dibuja el episodio, con diálogos -no acreditados aquí- de Joe Kelly y entintado de Andy Lanning. Jiménez está impresionante al dibujo, con un nivel de barroquismo y detalle que recuerda a su gran maestro y referente ineludible George Perez, y el cariño y el cuidado puesto en cada página son más que notables; sólo hay que echar un vistazo a la splash page con la que muestra a Diana por primera vez en la historieta para darse cuenta. Se nota que le encanta el personaje, al que mimó muchísimo en su etapa, y eso no se le puede negar. Eso sí, hay que reconocer que su estancia en la serie pasó de tener un nivel mucho más que aceptable a decaer lastimosamente, especialmente en su tercio final o así, con un último número que no puedo recordar sin evitar el sonrojo. Con todo, Jiménez merecería un monumento, aunque sólo sea por haber sido uno de los pocos creadores que ha escrito y dibujado a la amazona de manera más que digna. Ah, y nota al pie: la última página de interiores es página de cómic; el tomo no incluye portadas -más allá de la mencionada horrosa cubierta, que tenemos, repito, por triplicado-, ni publicidad o checklist al final, ni impresión en las portadas interiores. Vista la calidad media de las historias y la algo discutible edición del tomo, pese a su título rimbombante y sus 19,99 dólares USA, empiezo a pensar en teorías conspiratorias en contra de mi amazona favorita.

-Termino haciendo balance, despedida y cierre. Pues bien, en primer lugar, llaman la atención un par de ausencias. Primero, no hay ningún número de la famosa etapa, ya mencionada, del revamp wonderwomaniano con el uniforme blanco y sin poderes de los setenta. Tampoco de la extensa etapa de un autor tan carismático como John Byrne, aunque por lo que he leído no es que hiciera en este título su mejor trabajo, precisamente. Claro que, visto lo visto, no creo que hubiera desentonado en exceso. Bueno, tampoco hay nada de la etapa Messner Loebs/Deodato, que no sé yo. Y, para acabar con esto, me extraña, y mucho, que no haya nada del amigo Greg Rucka, autor hasta no hace mucho bastante sobrevalorado, en mi opinión -llegó a escribir alguna serie de los tres personajes más icónicos del universo DC al mismo tiempo-, y que tal vez el tiempo ha ido poniendo en su lugar. Su etapa en WW la resumiría en una palabra: NADA. Tres años en el título y Diana se ha cargado a Max Lord. Punto. Encima hemos tenido a un personaje estirado, soso e insufrible durante tres años… cuando la hemos visto por las viñetas, que no se ha prodigado mucho, no. Y, ¿en qué ha acabado la trama de la Lex Luthor rubia que se inventó como pretendida archivillana? ¿Y lo del libro? ¿La trama metapolítica? ¿Silver Swan? Tres años para desarrollar un par de argumentos, y nada. En fin, lo dejo, que me voy por peteneras.

Concluyo: aunque no conozco, ni mucho menos, toda la larga historia de la princesa de las amazonas, me cuesta creer que no haya al menos un puñado de historias bastante mejores que, al menos, algunas de las que se incluyen aquí. No sé muy bien cuáles habrán sido los criterios de selección… Pero temo que no hayan andado del todo finos; sólo hay que mirar la portada (sí, ya sé que me repito, pero es que…) También cabe la sospecha de que la serie de la amazona, que casi nunca ha gozado de ventas muy boyantes, según tengo entendido, no ha sido precisamente la que ha recibido mayores atenciones por parte de la editorial. Pero bueno, después de tantos años…

Termino con una pequeña confesión: en realidad, me ha encantado leer este tomo, a pesar de que reconozco que la calidad “objetiva” de buena parte de las historietas no es, seamos finos, muy destacable que digamos. ¿Que por qué? Ah, “el corazón tiene razones que la razón no conoce”.