WONDER WOMAN: THE GREATEST STORIES EVER TOLD, de varios autores

Wonder Woman Alex Ross

DC Comics publicó en abril de 2007 este recopilatorio de historietas de la Asombrosa Amazona, seleccionando diversos episodios a lo largo de la dilatada historia del personaje. Lo primero que habría que decir es que hacer justicia al pomposo título del tomo (”Las mejores historias jamás contadas”) es prácticamente imposible, y no ya sólo por lo subjetivo que la elección de los mejores tebeos de un personaje con más de sesenta años de historia a sus espaldas necesariamente debería ser. Dado que se pretenden abarcar no sólo episodios sino etapas representativas, no queda más remedio que limitarse a números autoconclusivos, con lo que las sagas de varios números quedan automáticamente excluidas de la representación. En fin, echemos un vistazo a las historias recopiladas una a una y pensemos después si, a pesar de todo, se ha conseguido acercarse a lo que el título pretendería.

-Antes de entrar en materia, un par de notas. Primero, la portada y contraportada del tomo me parecen francamente horrendas y una auténtica chapuza: ambas utilizan una ilustración de Alex Ross que fue la ¡contraportada! del especial Wonder Woman: El espíritu de la verdad (y todavía aparece una tercera vez, en la primera página de interiores). Aparte de que en DC podrían haber tenido el detalle, ya que es material reeditado, de hacer al menos una cubierta ex profeso, puestos a reciclar ¿qué tal una de las excelentes ilustraciones que han realizado sobre la amazona autores como Brian Bolland, George Perez, Phil Jiménez, José Luis García López o Adam Hughes, por decir algunos? Es que ésta es fea de narices… WW parece excesivamente mayor, fondona y hombruna. Desde luego, Ross tiene trabajos mucho mejores que éste.

Por otro lado, el tomo contiene un único “extra” que no está nada mal para nostálgicos y fans de la amazona: una introducción de nada menos que la mítica Linda Carter, la guapísima actriz que protagonizó la serie de televisión de Wonder Woman allá por los setenta. No es que diga nada revolucionario, pero es un detalle.

-Ahora sí, vamos con el contenido. Lo primero con lo que nos encontramos supone una nueva pequeña decepción: el origen de la amazona -lógico- contado en ¡dos páginas!, sacado nuevamente del mismo lugar que la portada, el especial de Paul Dini y Alex Ross Wonder Woman: Spirit of Truth (2001). Es bonito, vale, pero… ¿no hubiera sido más apropiado colocar el origen clásico del personaje, en su primera aparición? O, ya puestos, ¿qué tal el nuevo origen de George Perez en Wonder Woman vol. 2 nº 1, tebeo deslumbrante donde los haya? ¿O la revisión hecha por Adam Hughes en 52? En fin…

-Seguimos con dos números a cargo, como no podía ser de otro modo, de su creador y su primer artista, el psiquiatra William Moulton Marston y el dibujante H. G. Peter, respectivamente. Se trata de dos historietas aparecidas originalmente en Sensation Comics 1 (enero 1942) y Wonder Woman 28 (marzo/abril 1948). La primera es una de sus primeras apariciones, cuando todavía llevaba falda, y es tan sencillita como encantadora, si uno ama realmente al personaje y/o es capaz de emocionarse con este tipo de artefactos pop. La segunda tiene como aliciente la aparición de muchos personajes asociados al mito: Steve Trevor, la reina Hipólita y las amazonas, las Holliday Girls y las villanas de Villainy Inc. La trama no deja de tener su qué, especialmente atendiendo a ciertas metalecturas (la pasión por el bondage de Moulton Marston está bien justificada en estas historias, por ejemplo). El dibujo es bastante simplón y de estilo… anticuado. De esos que basta un vistazo para saber que pertenece a otra época. Luego va con gustos, como siempre.

-A continuación, tres historietas a cargo de un equipo creativo que estuvo unos cuantos años a cargo de la amazona: Robert Kanigher y Ross Andru. Corresponden a los números 99 (julio 1958), 108 (agosto 1959) y 163 (julio 1966). Hay un par de cosas que me han llamado la atención en estas historias. La primera es cierto cambio de registro, en el que Wonder Woman asume una posición mucho más dependiente y subordinada respecto a Steve Trevor, aparte de que las historias aumentan el registro de absurdos por página sin límite alguno; quien conozca la Silver Age de DC ya sabe de qué hablo (y si no, debería visitar este blog). A mí personalmente este tipo de marcianadas me chifla, pero entiendo que a más de uno le superen.

En segundo lugar, el dibujo de Andru sufre una… involución, por así decir. Vamos, que, en mi modesta opinión, va de aceptable, incluso interesante, a simplemente horrendo. En efecto, en la primera historieta dibuja con un trazo sencillo, anguloso, bastante clásico y hasta elegante, y los personajes lucen cierto atractivo. La segunda conserva la sencillez de trazo, pero algo ocurre… Sólo hay que mirar cómo dibuja a Diana, que parece pedir urgentemente un peluquero -y eso sólo para comenzar-. En la tercera entramos ya en la apoteosis: el dibujo -cómo no- sigue siendo sencillo, pero pierde angulosidad, el trazo se redondea y se… cartooniza, se hace más infantiloide y anticuado. Wondy parece ahora una de esas señoras algo maduritas y pasadas de kilos que posaban como pin-ups en la década de los cuarenta (y estábamos ya en 1966, ya saben, Twiggy y tal; un diez para las lumbreras de editores de DC de la época). Quizá ya lo hayan adivinado: estamos ante un -penoso- intento de revival de la Golden Age, con Andru imitando como buenamente podía a H. G. Peter, tal y como se nos aclara al final de la historieta. Que, aparte de como espanto visual y argumental, uno no entiende qué pinta en esta recopilación.

-Pasamos al siguiente tebeo, el Wonder Woman 178, de septiembre/octubre de 1968. Se trata de una entretenida historia a cargo de Denny O´Neil y Mike Sekowsky (el dibujante de la primera etapa de la JLA), donde Diana inicia el cambio que la llevará a abandonar su tradicional uniforme, dejar sus poderes por el camino y entrar en una etapa en la que el personaje se convirtió en una especie de Emma Peel (la de la serie de TV “Los Vengadores”) con pasado amazónico y experta en artes marciales. La trama tiene detalles de juzgado de guardia, pero los detalles machistas y el modo de entender la cultura hippie-pop por parte del guionista tienen su gracia (y su valor como carnaza de adeptas y adeptos a los Cultural Studies). El dibujo de Sekowsky es simplón -en esta época y en este contexto pocos se escapan-, pero mejor que lo visto en los dos números anteriores. No era muy difícil.

-Y llegamos a los setenta con el Wonder Woman 214, de septiembre/octubre de 1974, obra de Elliot S. Maggin dándole al idem y de Curt Swan -el clásico dibujante de Superman- a los lápices y Phil Zupa a las tintas. Otra historia meramente entretenida, con una trama tan forzada y absurda como parece que debían ser por decreto ley hasta tiempos no muy lejanos -la tradición no se ha perdido del todo, en realidad-, pero precisamente por eso con su gracia y su salero. Tenemos a Green Lantern contando la historia desde su punto de vista, y atendiendo como convidado de piedra a los acontecimientos. Y el dibujo, pues, ¿qué aficionado no ha visto nunca un Superman dibujado por Swan? Pues ya saben: un dibujo algo sosillo, pero eficaz. La historia tampoco pide a gritos un Brian Bolland, vamos.

-Y de aquí a los ochenta, como el que no quiere la cosa, y de nuevo tenemos al incombustible Kanigher guionizando el Wonder Woman 286 (diciembre 1981), con un tal Jose Delbo dibujando, o algo parecido, y Dave Hunt entintando. Se trata de una historia bastante ñoña, de las que podrían resultar emotivas a algunas niñas de la época, pero que a l@s frikill@s que somos l@s únicos que quedamos para leer estas cosas lo único que consiguen es recordarnos que tenemos que hacérnoslo mirar. Del dibujo mejor no digo nada.

-Y, por fin, llegamos a la etapa post-Crisis, concretamente a la gloriosa era que tuvo como protagonista absoluto al gran George Perez. Yo sólo tenía los cinco o seis primeros números que sacó Zinco en su día, y anda que no he puesto velitas a mis patronas para que alguien se decidiera por fin a reeditar la etapa… Y finalmente, así ha sido. Pero a lo que iba: el número en sí está bastante bien, y Perez trata de evocar un ambiente de novela negra que no sé si le termina de pegar a la serie, pero curiosamente la cosa no va del todo mal. Sólo fallan un par de cosas: primero, el protagonismo de Diana es bastante relativo, por no decir que, en realidad, aquí hace de secundaria de lujo (y se supone que son sus mejores historias, no las de un tal inspector Indelicato). Y segundo, que el entintado de Bob McCleod (ante lo que supongo que debían ser unos lápices no muy acabados) no hace justicia en absoluto al estilo de Perez, que está aquí prácticamente irreconocible. Por cierto, el número es el Wonder Woman vol. 2 nº 20, de 1988.

-Y llegamos al final del tomo, a la que, con permiso del creador del personaje y del gran Perez, me parece la mejor historia incluida en aquel. Se trata del episodio correspondiente a Wonder Woman vol. 2 nº 170, de julio de 2001, en la etapa de Phil Jiménez, que argumenta y dibuja el episodio, con diálogos -no acreditados aquí- de Joe Kelly y entintado de Andy Lanning. Jiménez está impresionante al dibujo, con un nivel de barroquismo y detalle que recuerda a su gran maestro y referente ineludible George Perez, y el cariño y el cuidado puesto en cada página son más que notables; sólo hay que echar un vistazo a la splash page con la que muestra a Diana por primera vez en la historieta para darse cuenta. Se nota que le encanta el personaje, al que mimó muchísimo en su etapa, y eso no se le puede negar. Eso sí, hay que reconocer que su estancia en la serie pasó de tener un nivel mucho más que aceptable a decaer lastimosamente, especialmente en su tercio final o así, con un último número que no puedo recordar sin evitar el sonrojo. Con todo, Jiménez merecería un monumento, aunque sólo sea por haber sido uno de los pocos creadores que ha escrito y dibujado a la amazona de manera más que digna. Ah, y nota al pie: la última página de interiores es página de cómic; el tomo no incluye portadas -más allá de la mencionada horrosa cubierta, que tenemos, repito, por triplicado-, ni publicidad o checklist al final, ni impresión en las portadas interiores. Vista la calidad media de las historias y la algo discutible edición del tomo, pese a su título rimbombante y sus 19,99 dólares USA, empiezo a pensar en teorías conspiratorias en contra de mi amazona favorita.

-Termino haciendo balance, despedida y cierre. Pues bien, en primer lugar, llaman la atención un par de ausencias. Primero, no hay ningún número de la famosa etapa, ya mencionada, del revamp wonderwomaniano con el uniforme blanco y sin poderes de los setenta. Tampoco de la extensa etapa de un autor tan carismático como John Byrne, aunque por lo que he leído no es que hiciera en este título su mejor trabajo, precisamente. Claro que, visto lo visto, no creo que hubiera desentonado en exceso. Bueno, tampoco hay nada de la etapa Messner Loebs/Deodato, que no sé yo. Y, para acabar con esto, me extraña, y mucho, que no haya nada del amigo Greg Rucka, autor hasta no hace mucho bastante sobrevalorado, en mi opinión -llegó a escribir alguna serie de los tres personajes más icónicos del universo DC al mismo tiempo-, y que tal vez el tiempo ha ido poniendo en su lugar. Su etapa en WW la resumiría en una palabra: NADA. Tres años en el título y Diana se ha cargado a Max Lord. Punto. Encima hemos tenido a un personaje estirado, soso e insufrible durante tres años… cuando la hemos visto por las viñetas, que no se ha prodigado mucho, no. Y, ¿en qué ha acabado la trama de la Lex Luthor rubia que se inventó como pretendida archivillana? ¿Y lo del libro? ¿La trama metapolítica? ¿Silver Swan? Tres años para desarrollar un par de argumentos, y nada. En fin, lo dejo, que me voy por peteneras.

Concluyo: aunque no conozco, ni mucho menos, toda la larga historia de la princesa de las amazonas, me cuesta creer que no haya al menos un puñado de historias bastante mejores que, al menos, algunas de las que se incluyen aquí. No sé muy bien cuáles habrán sido los criterios de selección… Pero temo que no hayan andado del todo finos; sólo hay que mirar la portada (sí, ya sé que me repito, pero es que…) También cabe la sospecha de que la serie de la amazona, que casi nunca ha gozado de ventas muy boyantes, según tengo entendido, no ha sido precisamente la que ha recibido mayores atenciones por parte de la editorial. Pero bueno, después de tantos años…

Termino con una pequeña confesión: en realidad, me ha encantado leer este tomo, a pesar de que reconozco que la calidad “objetiva” de buena parte de las historietas no es, seamos finos, muy destacable que digamos. ¿Que por qué? Ah, “el corazón tiene razones que la razón no conoce”.

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